azul

Hoy EL, mi príncipe azul, es más azul que nunca.

El curso que ha estado haciendo este año finaliza con un acto en el que el símbolo que lo identifica como parte de esos que lo han hecho, es azul.

Estoy orgullosa. Mentira, eso se queda corto.

Estoy como una gallina con el plumaje del pecho a tope, porque no solo ha terminado el curso, sino que lo ha hecho como número uno.

Ayer nos pusimos todos guapos para ir con EL al acto de fin de curso. Todos los alumnos, los jefazos, los padres, las familias. Todos estábamos encantados de estar allí viendo a los nuestros todos ordenaditos a los que les daban su felicitación.

Y todos se acercaban a mí para felicitarme por el primer puesto de EL, y me decían que sin el apoyo de las familias que era muy difícil, que seguro que lo había pasado fatal ocupándome sola de los 3, que aunque sean hombres siempre se nota cuando no colaboran tanto...

¡Eeeeeh! ¡Señores y señoras! Yo no sé cómo serán sus casas, pero en la mía, si alguien "ayuda" soy yo.

EL es el padrazo, el maridazo, el que se quedaba a estudiar después de clase hasta que los niños llegaban a casa, el que los entretenía jugando mientras yo les preparaba la cena. El que cenaba y charlaba conmigo un rato (aunque fuese sobre el curso) y luego se ponía otra vez a estudiar.

El que no ha dejado de hacer nada conmigo o los niños por el curso, porque su prioridad estaba clara.

El que se ha esforzado porque la vida familiar no se resintiese.

Es verdad que ha habido días en que nos hemos ido a casa antes porque tenía examen, que yo me he bajado un rato al parque sola porque "hay que dejar estudiar a papá".

Pero justo antes de navidad se tragó solo 10 días con los niños mientras yo me iba a Bangladesh y, cuando volví enferma y estuve 2 semanas en el hospital y otras 2 en casa, se ocupó de todo y de todos.

Y justo antes de los últimos exámenes se quedó otros 10 días de padre soltero porque me fui a China.

Y, con todo y con eso, número 1.

Azul.

Más azul que nunca